lunes, 30 de abril de 2012

CUENTO: EL MOLINILLO DE SAL

 Hay cosas tan evidentes que no nos preguntamos nunca porque son así o como eran antes. Pero todo tiene una historia.
Por ejemplo, ¿os habéis preguntado alguna vez porque el agua del mar es salada? Si los ríos, los lagos, los riachuelos son de agua dulce; entonces ¿Por qué el agua del mar es salada?
La solución a este enigma la tiene el señor Federico, un viejo marinero. Un día estaba pescando con su nieto Adrián, y de repente le dijo:
-          Abuelo, tengo sed. ¿Puedo beber un poco de agua del mar?
-          No – le dijo el abuelo Federico.
-          Y, ¿por qué? – le preguntó Adrián.
-          Te lo explicaré con una historia mientras pescamos – le respondió el abuelo.
La historia del molinillo de sal.
Y entonces, el abuelo Federico empezó a explicarle la historia de dos hermanos. Uno era un simple pescador, pobre como una rata, pero más bueno que el pan. Y el otro era un capitán de un barco, muy rico pero egoísta.
El pescador que hacía días que no comía porque la pesca iba mal, fue a casa de su hermano, todo un capitán de un barco, a pedirle un poco de ayuda.
El capitán que era un agarrado, le dijo que él no alimentaba a vagos y lo tiró de su casa.

El pobre pescador salió de casa de su hermano, con más hambre todavía, y mira por dónde, que se encontró con una abeja que pasaba por el borde del camino.
-          ¿Qué pasa?- le dijo la vieja muy extrañada.
-          Es que estoy hambriento y mi hermano no me quiere ayudar.- Respondió el pescador.
Y de repente, la vieja sacó un molino que tenía debajo del delantal, y se lo ofreció al pescador.
-          Con esto conseguirás resolver todos tus problemas- Le dijo la vieja.
-          ¿Qué quieres que haga con esto? ¿Qué no ves que no tengo nada para moler?- dijo el pescador mirando el molino.
-          ¡Mira que eres tozudo!- chilló enfadada la abuela. Esté molinillo es mágico, Solo le tienes que decir: “Molinito, muele! Y lo que estés pensando en ese momento, se hará realidad en seguida, y cuando quieres que pare, solo tienes que decir: “ Molinito, para de moler! Y ya está.
El pescador desconfiaba un poco de lo que le decía la abuela. Pero como era un buen chico, acepto el regalo de buen grado, y fue hacia su casa.
Una vez en casa pensó:
-          Me gustaría tener una casa limpia y espaciosa, con una despensa llena de comida y un huerto con árboles fruteros.
-          A ver Molinito, ¡muele!
Y sus deseos se hicieron realidad inmediatamente. Empezó a aparecer comidas de lo más buena encima de una mesa bien puesta, y de repente empezaron a crecer árboles llenos de fruta. No se lo podía creer, era verdad, la vieja bruja, no le había engañado.
Con la barriga llena, cogió su tesoro y fue a casa de su hermano. Le tenía que enseñar esa maravilla. El capitán, al ver que la fortuna de su hermano venía de un simple molinillo, le convenció para que se lo dejase, y el pobre pescador, que era un buen hombre, se lo dejó sin ningún problema.
El pescador intentó enseñar al capitán, las palabras mágicas que hacían funcionar el molinillo, pero éste ya no le escuchaba. Cogió el molinillo, se fue corriendo a su barco y en nada se hizo en el mar.
-          ¡Vamos marineros!, haremos negocios.- Chillaba gritando en la proa.
-          Ya no iremos a buscar sal para venderla, ¡la haremos aquí mismo!
-           ¡Muele sal!- chillaba el capitán.
-          ¡Molinillo, muele!- y el molinillo empezó a moler sal, y más sal…tanta que se lleno de sal la bodega y la cubierta, y cuando ya estaba a punto de cubrir el palo mayor, el barco se empezó a hundir. El capitán corría por el barco, gritando como un loco:
-          ¡Para molinillo, no muelas más! ¡Para! ¡Para molino!- incluso intento decirlo en varios idiomas.
-          ¡No hagas más! ¡No quiero más!- pero como no decía la frase mágica correcta, el molinillo molía y molía, y al final el barco se hundió. Y junto con el barco, también se hundió el molino, y bajo el mar, continuó moliendo sal. Y es por eso, que el agua del mar es salada, porque el molinillo sigue moliendo- dijo el abuelo Federico.
-          Además que yo sepa, ningún pescador lo ha rescatado, ni ha dicho: ¡Molinillo para de moler!
-          Pero..¡Abuelo!- dijo el nieto. ¡Me parece que he pescado alguna cosa!
-          ¡Déjame verlo! ¡Pero si has pescado el molinillo!

1 comentario: